Y una noche más: La Muerte De Una Estrella


Mirando desde mi ventana me encuentro, miro aquellas palabras impresas en recuerdos como si de papeles se tratara, tan presentes en mí, como en un pasado que se niega a alejarse sin más.

 

Aquella puerta que no pude dejar cerrada, me mostro tal ternura y calor, que jamás pensé en volverla a cerrar, pero tal sentimiento choco sin con tanta fuerza que ardió cual fénix renaciendo de sus propias cenizas, arrasando todo tras su nacimiento, dejando una estela de luz que todo ojo es incapaz de no admirar. Tal magnitud incapaz de controlar hizo que los corazones se aceleraran, las lágrimas se convirtieran dulces y las caricias en pasos a un camino que lleva más allá del cielo, subiendo mucho más lejos del lugar donde los sueños se convierten en realidad y, la realidad en sueños.

 

Tal fuego interior hizo que todo aquello ardiera con tanta fuerza que ni las mismísimas olas del mar, que entraron sin previo aviso con la fuerza mil tormentas, lo lograra apagar. Aquel lugar inundado por lágrimas y sin parar de arder por una pasión que se niega a extinguirse, de forma descontrolada, poco a poco va haciendo desaparecer cada palabra en aquel orden que una luz una vez convirtió, volviendo a un caos con una sola idea, con un solo conocimiento, con un solo deseo.

 

Un lugar creado de la nada, un lugar que se convirtió en cobijo que cada noche y día visitaba de la mano, donde cada palabra adquiría un significado y cada susurro se convertía en una parte más de aquella habitación. Ahora iluminado por tal fuego, que intenta consumir cada palabra impresa en papel, resistiéndose a cada ola de mar que azota con su silencio, con su frialdad...

 

Y miro desde mi ventana, en aquella habitación con mis miles de ideas, un caos y desorden que es parte de mí, una razón de ser, y entre ellas una idea que se niega a desaparecer, no solo escrita en papel en el pasado, sino impresa en cada sueño que me persigue en mi presente y me acompañara durante mi futuro. 

 

Y allí se encuentra iluminado por aquella luz que, reflejado en mi ventana, hace que los rallos del sol lloren, pues jamás conseguirá llegar a tal magnitud, ya tal fuerza es difícil de alcanzar.  Y por ello sonrió, mientras miro aquello, aquel lugar que tal vez termine por desaparecer y ese fuego se valla poco a poco con cada ola de mar, pero es inevitable que algo quede, es imposible que eso marque el final.

Y mientras miro desde mi ventana, enciendo un fuego cerca, pues, aunque aquella luz termine por extinguirse, un pequeño reflejo aquí quedara, iluminando aquellos recuerdos que de aquel fuego yo quise salvar, aquellas palabras que se imprimirán a lo largo de mi camino, que me han hecho aprenden, que me harán disfrutar y que hacen que cada lagrima caída de mis ojos resbale por mi sonrisa y un suspiro recorra mis pulmones, rozando mi corazón y salgan al exterior para que pueda ser escuchado.

 

¿Cómo es posible volver a soñar?

¿Cómo es posible que esta noche lo vuelva a mirar?

 

No es por una despedida, ni por el ansia de volverlo a visitar. Sino porque cada lugar tiene su historia, tiene su momento y su lugar. Y conocerlo te hace no vivirlo de nuevo y te da la esperanza de que este lugar, brillara con más fuerza y seguridad.

 

Los recuerdos no son solo palabras,

no son dicho ni artificios.

Es la calidez de una sonrisa,

el tacto de la piel,

la sensación de ser abrazo,

la idea de volverlo a sentir otra vez,

una mirada furtiva que no desea ser vista

y ese cosquilleo que te hace volverlo a mirar.

El sentir esa ansia y temor,

ver que eres ya parte de su vida

y tu vida parte de los dos…

 

  

Y una noche más, cierro los ojos para volver a soñar

 

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