El muchacho que soñaba con ser estrella

Esto era un muchacho
que andaba por un camino sin rumbo
andaba y andaba
pero aquello no parecía acabar nunca.

Entonces, cuando el Sol se puso
decidió tumbarse a dormir en aquel camino.

 ¿Y qué paso?

Que la noche era solitaria, fría y no hacía más que tiritar
entonces la Luna, al ver aquello, decidió arroparlo
cogió un manto de estrellas, ya que era lo que tenía más a mano
y se lo hecho por encima, aquella noche.

A la mañana siguiente
nuestro muchacho se levando
y decidió, seguir andando ya que había dormido fenomenal
mejor que en la mejores de las camas.

Por más que andaba, parecía no cansarse
pero la sed empezó a azotarle
el cansancio le llego rápidamente y soñando con el agua ahí se quedo
tirado en aquel camino
la noche llego para él
y la luna, al ver con curiosidad
que había sido de aquel muchacho
le vio allí tirado, con sed
 y sin saber qué hacer, lloro
y una de esas lagrimas callo a su lado
empapando el suelo.

Al abrir los ojos
aquel muchacho vio aquella agua que solo había en sus sueños
al ver de dónde venia miro hacia el cielo
pero la luna, sin motivos lógicos, se tapó con las nubes
para que no fuera vista
el muchacho sin saber a quién darle las gracias
siguió bebiendo y se guardó un poco más para el camino.

A la mañana siguiente
aquel muchacho llego por fin al pueblo
y allí, en una taberna les conto lo ocurrido
pero no le creían,
aunque pagaron su historia con un trozo de queso
y un poco de pan.

Triste por aquello
volvió al camino
en busca de aquella bondadosa figura
y al no verla
se arrodillo y lloro
entonces la luna allí lo vio
no entendía que le pasaba
no tenía frio, pues no tiritaba
no tenía sed pues sus labios húmedos estaban
y hambre tampoco, pues comida llevaba
le miraba e intentaba hablar,
pero las nubes impedían que sus palabras llegaran.
Desesperada uso su última idea
mando una estrella a por aquel muchacho
para que allí transmitiera su palabra
y el observo aquella luz,
con tal majestuosidad que no podía dejar de mirarla.
Pero brillaba de tal manera que todo el pueblo la vio.

Y por cada frase que la Luna decía
una nueva estrella caía del cielo para contarla.
Todo el mundo vio como el muchacho tenía razón
y allí entre canticos y rezos
le alabaron como un mesías
le daban comida, dinero, comodidades...

Pero en su mente solo estaba aquel camino largo y vacío,
el camino que su corazón recorría...
y la única vez que fue llenado, fue gracias a la Luna.

Y cada noche salía para hablar con ella,
el enamorado de la Luna lo llamaron,
así que cada vez que mires al cielo
y veas una estrella caer
será una frase de amor que la Luna le recito al anochecer.


FIN


Dedicado a todas las Lunas, pues todo corazón debería tener una y soñar cada día ser su estrella.

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